SINOPSIS:
Una extraordinaria novela de personajes inolvidables cuyas vidas
se entrelazan con momentos clave de la Historia, desde finales del siglo XIX
hasta mediados del XX, y que recrea la vida en ciudades tan emblemáticas como
San Petersburgo, París o Jerusalén.
Una extraordinaria novela de personajes inolvidables cuyas vidas
se entrelazan con momentos clave de la Historia, desde finales del siglo XIX
hasta mediados del XX, y que recrea la vida en ciudades tan emblemáticas como
San Petersburgo, París o Jerusalén.
Dispara, yo ya estoy muerto es una historia llena de historias,
una gran novela que esconde dentro muchas novelas, y que, desde su enigmático
título hasta su inesperado final, alberga más de una sorpresa y emociones a
flor de piel.
MI OPINIÓN PERSONAL:
Hay veces que un libro me encanta tanto que no sé ni como
expresarlo. Esta frase podría resumir la reseña entera. Creo que se va a quedar
corta porque nunca será suficiente para deciros lo mucho que ha gustado y lo
mucho que he disfrutado. Intentaré hacerlo lo mejor posible.
Dispara yo ya estoy muerto está ambientado en un contexto temporal
desde finales del siglo XIX hasta 1948. Pasando por lugares importantes en la
historia como Rusia y Jerusalén además de otros sitios como París, Toledo,
Londres.
Los narradores de la historia son Ezequiel Zucker, hijo de Samuel
Zucker (eje principal de la novela) que entrevistado por Marian, una
colaboradora de una ONG, le irá contando la historia de sus antepasados judíos
A su vez, Marian contará la otra cara de la historia, a partir de los árabes
que vivieron con esa familia. Y así, todos los personajes están conectados y
los podemos ir conociendo desde distintos puntos de vista.
En la historia, con el protagonista principal Samuel Zucker, vemos
como es un niño viviendo en la Rusia zarista y que tras ya ser un joven adulto
decide irse a Jerusalén. A partir de este momento, puede ser un poco lioso por
el gran número de personajes que hay, pues a medida que van pasando las
páginas, no solo están los personajes principales, si no los hijos de estos, y
hasta los nietos. Y poco a poco, cada uno va cogiendo más importancia. Y aunque
al principio podamos liarnos, al final es fácil quedarse con todos.
Eso sí, es una lectura densa que necesita una lectura pausada para
ser disfrutada de verdad. Si te la quieres leer en 3 días, no creo que la
disfrutes. Yo la leí poco a poco, y creo que hice bien, se comprenden mejor a
los personajes y la lectura es mucho más amena.
Además, otro punto interesante, es que no toma partido del tema
tan polémico del que habla como es la relación entre Israel y Palestina. Nos va
dejando los distintos puntos de vista, el porqué los judíos querían vivir en
esas tierras, el porqué los árabes se ven cada vez más amenazados y en cómo
todo eso fue evolucionando con el tiempo. Creo que fue una decisión muy
acertada que no se inclinase por uno o por otro.
En resumen, a mi me ha encantado. No sé si comparándolo con otros
libros de ella os pueda gustar más o menos. A mi el tema me parecía muy
interesante y me gustan mucho los libros que mezclan las sagas familiares con
el contexto histórico y político y como se ven afectados por ello. Como ya he
dicho antes, es una lectura que se necesita tiempo para poder disfrutarla en
todos sus aspectos, pero que haciéndolo así, se consigue que esas 912 páginas
sean las justas y perfectas para esta novela.
Resumen
La familia Zucker es expulsada a finales del siglo XIX de la Rusia
zarista por su condición de judíos. A su llegada a Tierra Santa decide adquirir
las tierras de los Ziad, familia árabe encabezada por Ahmed. Entre éste y
Samuel, patriarca de los Zucker, se creará un fuerte vínculo, una amistad que
por encima de las diferencias religiosas y políticas se perpetuará generación
tras generación. Varsovia, San Petersburgo, Jerusalén, París, Madrid o Toledo
son algunos de los escenarios de esta nueva novela de Julia Navarro. Dispara,
yo ya estoy muerto conforma una historia llena de historias, una gran novela
que esconde dentro muchas novelas, que ofrece un friso histórico que arranca a
finales del siglo XIX y llega hasta 1948.
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