Tal vez no me haya cansado de Gerónimo Stilton en todo el tiempo que llevo participando en el blog, pero esta semana no voy a hablaros de otro viaje al Reino de la Fantasía, sino del primer viaje del tiempo que hicieron toda la familia Stilton y Amperio Voltio.
Nada más llegar a su oficina, Gerónimo se encuentra con una carta con instrucciones, para
llegar, a nada menos que el laboratorio de su viejo amigo el profesor Voltio. Voltio le había llamado porque quería probar su máquina del tiempo: el Ratonautilus. Los tres destinos son: la Prehistoria, para saber cómo se extinguieron los dinosaurios; el Antiguo Egipto, para saber cómo se construyó la pirámide de Keops, y al Medioevo, para asistir a la coronación del rey Arturo.
Como en cualquier libro de Gerónimo Stilton, la decoración y las ilustraciones no pueden faltar, por no mencionar los líos en los que se meten: Tiranosaurios pisándoles los talones, un faraón celoso, una damisela en apuros, etc.
Pero, claro, siempre tiene que haber alguna pega. Por ejemplo, que haya alguna ilustración que corte el texto, o que haya situaciones que se repitan con cierta continuidad, como que al pobre Gerónimo le caiga algo en la cabeza y caiga desmayado.
También hay que aclarar que la hipótesis reflejada en el final del Cretácico es sólo una de las muchas posibles, y que el rey Arturo es una leyenda, por lo que, probablemente, nunca haya llegado a existir.
Aun así, este libro consigue que aprender algo de Historia sea mucho más divertido. Seguro que sería buena idea leer este libro poco antes de hacer un examen de la Prehistoria, el Antiguo Egipto y la época medieval, pero quién sabe...
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